Hace un tiempo hice un curso de Dietética y Nutrición. Decidí hacerlo porque consideré que podía ser un buen complemento para mi trabajo y, de hecho lo es. No sabía hasta comenzar lo complicado que puede resultar. Fue una buena experiencia, aprendí mucho pero me resultaba muy difícil algunas tareas que tenía que realizar, por ejemplo, los menús.
No me gusta la cocina, me produce estrés, no le encuentro ningún tipo de atractivo y me cuesta muchísimo entender a la gente que me dice que cocinar les relaja. Cocinar para mí es una actividad que va relacionada con la supervivencia, comemos porque lo necesitamos y, si queremos mantener una buena alimentación debemos cocinar y de un modo variado. Punto, no le encuentro más justificaciones. Puedo decir que la reposteria me estresa menos y, hasta me puede entretener un espacio de tiempo... cortito.
Me gustaría muchísimo contagiarme de ese entusiasmo que le produce a tanta gente cocinar, tener esa capacidad imaginativa de realizar multitud de menús y sin escrudiñarse el cerebro, pero... No es así, de modo que tengo que armarme de paciencia e ir modo hormiguita poco a poco trabajando y aumentando mis conocimientos culinarios.
Pero lo que sí se, lo que sí tengo claro es cuanto nos puede afectar una buena o mala alimentación. Es importantísimo y mucha gente lo descuida. Si queremos estar bien por dentro y por fuera debemos llevar una alimentación equilibrada y seguir unas reglas básicas:
- Beber agua o zumo natural media hora antes de las comidas: Beber una cantidad de líquido suficiente es importante para el correcto funcionamiento intestinal y renal e indispensable para mantener el peso y la forma. Por otra parte el hecho de hacerlo antes de la comida produce una sensación de saciedad que evita comer con gula.
- Masticar bien: Es esencial para digerir bien, facilita la digestión.
- Tomar tentempiés saludables entre comidas si se siente hambre: Una fruta, un yogur, pan integral, tofu... Siempre será mejor comer algo así que resulta fácil de digerir.
- Evitar fritos y grasas de origen animal: No podemos eliminar totalmente los lípidos de nuestra alimentación. Son indispensables para la asimilación de ciertas vitaminas, nos aportan ácidos grasos necesarios para procesos vitales de nuestro organismo. En lugar de eliminar las grasas, debemos seleccionarlas y usarlas de la mejor manera posible. Las "grasas buenas" como por ejemplo los frutos secos, son necesarios y, las "grasas malas", es decir, saturadas como los fritos puede producir una concentración en el plasma sanguíneo y dificultar la circulación.
- No abusar de las proteínas animales: El organismo utiliza una determinada cantidad de proteínas para construir sus propios tejidos y sustituir células o tejidos dañados o envejecidos. La mayoría de las dietas se basan en reducir o eliminar el consumo de proteínas y esto es un error. Es importante que nuestra dieta tenga el consumo apropiado de carbohidratos.
Es muy complicado hacer entender que existen dietas que pueden resultar un problema para nuestra salud. A la mayoría de las personas sólo les preocupa perder peso, creen de ese modo que estarán mucho más guap@s sin pensar que la obesidad resulta peligrosa y que lo que se debería hacer siempre es ponerse en manos de un especialista. Otra cosa es "quitarse" unos kilitos de encima, entonces debemos ser cuidadosos y darnos cuenta que la alimentación siempre debe ser buena y variada y tener claro que casi todas esas dietas relámpago envejecen. Aceleran notablemente el proceso de envejecimiento. Lo importante es alimentarse diariamente de un modo natural y racional.
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